A principios de mayo la peque comenzó un curso de natación, bueno, en realidad es un curso donde le enseñan a flotar. Estoy muy contenta y la peque está cada día más a gusto dentro del agua. Las clases sólo duran quince minutos y va todos los días entre semana. Hemos comprado un bono de 20 clases para éste mes de mayo y el mes que viene no sabemos si irá 10 o 20 clases. El primer día, nada más meterse en el agua, se puso a llorar, me daba una penita ver como no quería estar ahí, ella me miraba y lanzaba sus bracitos hacía mí. Este primer día estuvo casi los quince minutos llorando, se abrazaba a la monitora y no la soltaba. El caso es que le encanta el agua pero verse en la piscina con una persona que no conoce es diferente. El segundo día, cuando vio que la acercaba al agua se agarró a mí muy fuerte y no quería soltarse. Entre la monitora y yo conseguimos soltarla, le comenté que quizás debería esconderme para que no me viera y me contestó que sí, que era una buena idea. Al no
¡No dejes que tu mente te ponga límites!